Cinco errores que no debes cometer al comprar un ordenador portátil
Comprar un ordenador portátil es una inversión importante, y al mismo tiempo puede convertirse en una decisión complicada, ya que deberemos tener en cuenta muchas cosas, y esto al final puede acabar por abrumarnos, especialmente si no estamos muy versados en la materia y nuestro presupuesto es algo limitado.
¿Potencia o movilidad, y por qué no ambas? ¿Tarjeta gráfica dedicada o integrada, y qué formato y resolución de pantalla necesito? ¿Vale la pena invertir más en un modelo premium? Estas son solo algunas de las preguntas que nos pueden venir a la cabeza en los momentos previos a la compra de nuestro portátil, y sé que responderlas no es nada sencillo, ya que al final todo dependerá de las necesidades concretas de cada usuario.
Hace unos meses compartimos con vosotros una guía dedicada a repasar seis errores que no debemos cometer a la hora de comprar un portátil para gaming. Dicha guía tuvo una buena acogida, pero sé que algunos de nuestros lectores tenéis preferencia por los portátiles tradicionales, y por eso hoy os vamos a dejar una guía que sigue ese mismo enfoque, pero que se centra en portátiles que no están especializados en gaming.
Los cinco errores que vamos a descubrir en esta guía te ayudarán a tener clara la base que necesitas para acertar en la compra de tu nuevo portátil, y te permitirán también dar consejos y prestar tu ayuda a otras personas que también tengan dudas a la hora de adquirir su nuevo ordenador portátil. Como siempre, voy a intentar ofreceros un enfoque sencillo, cercano y ameno para que todos podáis sacar partido a esta guía, y os invito a dejar cualquier pregunta que tengáis en los comentarios.
1.-Elegir un portátil mirando solo a corto plazo
Es uno de los errores más frecuentes, y uno de los más graves. Sé que lo normal cuando vamos a comprar un portátil es pensar en lo que necesitamos en ese momento, pero esto puede llevarnos a hacer una mala compra. Conozco muchos casos de personas que compraron un portátil sin una gráfica dedicada y con solo 4 GB de RAM porque iban a utilizarlo solo para navegación web y multimedia, y apenas un año después de comprar el equipo sus necesidades cambiaron y este se les quedó pequeño.
Soy el primero que entiende que no podemos ver el futuro, pero a la hora de elegir un portátil debemos pensar en qué necesitamos hoy y en qué necesitaremos dentro de un par de años, porque a fin de cuentas no vamos a estar cambiando de portátil cada año, salvo que te sobre el dinero y estés dispuesto a malgastarlo de esta forma.
Puede que hoy no quieras jugar porque estás centrado en tus estudios o en tu trabajo, ¿pero podría cambiar esto a corto o medio plazo? ¿Tendrás que afrontar algún proyecto importante dentro de uno o dos años que requiera de una mayor potencia? Estas dos preguntas te ayudarán a tomar una decisión más acertada, así que no dudes en hacértelas antes de comprar un nuevo portátil, y tómate el tiempo que necesites para responderlas de una manera precisa y bien razonada.
Comprar un portátil que esté por debajo de lo que realmente vamos a necesitar es un problema importante, pero también lo es comprar un equipo que esté muy por encima de nuestras necesidades, ya que estaremos pagando por algo que al final nunca vamos a rentabilizar de verdad, así que tened ambas posibilidades en cuenta a la hora de tomar vuestra decisión.
2.-Comprar un portátil desequilibrado
El marketing opera a un nivel que muchas personas todavía ni se imaginan. Uno de los mejores ejemplos lo podemos encontrar en aquellos portátiles que tienen un componente que destaca mucho para el precio del equipo, pero que desentona por completo en el resto de sus especificaciones. Piensa, por ejemplo, en un portátil que viene con un procesador Intel Core i7 o con un Ryzen 7, que son soluciones muy potentes, pero que solo cuenta con 8 GB de RAM, o que viene con una unidad SSD de tan solo 128 GB o de 256 GB.
Otro de los desequilibrios más comunes, y que resultan más difíciles de identificar, afecta a la calidad de la pantalla. Es más común de lo que parece encontrar portátiles que traen un buen nivel de especificaciones, tiene un precio contenido y que encima vienen con un panel IPS. A priori suena bien, pero luego puede que nos llevemos una decepción total al ver que la reproducción del color de dicho panel es muy pobre, o que el brillo que ofrece es muy bajo.
Este tipo de estrategias «llenan los ojos» del consumidor mostrando especificaciones atractivas que nos hacen pensar que es una compra excelente, pero que en realidad solo están presentes porque el portátil se ha visto recortado de forma notable en otras características de gran importancia.
Aunque acabes priorizando siempre ciertos componentes por ser los que mejor se ajustarán a tus necesidades piensa que, al final, un portátil con poco almacenamiento, con un teclado de mala calidad, con poca RAM o con un SSD muy pequeño acabará afectando negativamente a tu experiencia de uso, y que por eso siempre debes buscar un equilibrio mínimo.
3.-Limitarnos a priorizar solo la potencia o el peso
Elegir un portátil dando prioridad absoluta a una de esas tres clave va a ser, casi siempre, un grave error. Puede que en algunos casos muy concretos tenga sentido elegir un equipo centrándonos por completo en la potencia, como por ejemplo si apenas lo vamos a mover de un sitio a otro, o en la movilidad si lo vamos a llevar encima y nos vamos a mover con él a diario durante horas, pero incluso en estos casos tiene más sentido hacer ciertas concesiones.
Un equipo muy potente y pesado será muy incómodo de mover, y al mismo tiempo puede que hasta sea peligroso exponerlo a viajes largos o complicados, porque debido a sus dimensiones y a su peso podría acabar sufriendo daños con mayor facilidad. Por otro lado, su autonomía será muy baja, y tendremos que estar siempre atados a un enchufe.
Con un equipo muy ligero podremos movernos sin esfuerzo. Si este pesa 900 gramos o menos prácticamente no nos daremos cuenta de que lo llevamos encima, y si utiliza componentes de bajo consumo disfrutaremos de una elevada autonomía y podremos usarlo durante horas sin tener que preocuparnos por buscar un enchufe. Sin embargo, si hemos hecho sacrificios importantes en términos de potencia es probable que su rendimiento acabe siendo insuficiente, y que no nos permita trabajar al ritmo que realmente necesitamos, lo que al final acabará lastrando nuestra productividad.
Lo ideal es dar prioridad al valor que mejor se ajuste a nosotros, pero sin despreciar por completo al resto. Por ejemplo, si necesitamos un ultraportátil y lo más importante para nosotros es la movilidad deberemos optar por un equipo que pese 1,5 kilogramos o menos, pero en función del uso que le vayamos a dar tendremos que equilibrar el nivel de potencia.
Siguiendo con ese ejemplo, si solo lo queremos para navegación web y multimedia bastaría con una configuración básica y 8 GB de RAM, pero si vamos a utilizar aplicaciones más exigentes es imprescindible montar al menos 16 GB de RAM y un procesador potente. A día de hoy existen procesadores de bajo consumo muy potentes que tienen, además, graficas integradas muy competentes, como el Ryzen 7 6850U, por ejemplo, que tiene un TDP de apenas 15 vatios y cuenta con una CPU Zen 3+ de 8 núcleos y 16 hilos, y con una iGPU Radeon 680M, capaz de superar a tarjetas gráficas dedicadas como la NVIDIA MX450.
4.-No dar a la pantalla la importancia que merece
La pantalla es uno de los componentes más importantes de cualquier portátil. De ella dependerán nuestras interacciones con el equipo, y buena parte de nuestra experiencia de uso. Si nos equivocamos con el tamaño de la pantalla, con la resolución y/o con la calidad de la misma habremos hecho una terrible compra, y tendremos en nuestras manos un portátil que nos dará muchos disgustos.
Conozco casos de personas que se han dejado llevar al ver un portátil de pequeño tamaño pensando que «era muy mono», y que moverlo y trabajar con él iba a ser una experiencia comodísima. Os hablo de modelos de 10 y de 11 pulgadas, dos formatos que encajan en el concepto de portátil ultraligero que prioriza la movilidad, y que tienen valor en manos de perfiles de usuario muy concretos, pero que no son recomendables para la mayoría de personas.
Es muy fácil de entender, piensa en lo terrible que sería trabajar todos los días con una pantalla enana de 10 pulgadas, y ten en cuenta también que esto afectará al tamaño del teclado y de la almohadilla táctil. Por otro lado, la resolución de pantalla también determina el espacio visible y de trabajo que ofrece un equipo, así que combinar un tamaño pequeño de pantalla con una resolución elevada no es una buena idea (tampoco lo es hacerlo a la inversa, es decir, unir una pantalla grande y una baja resolución).
Trabajar con un portátil de menos de 13 pulgadas será muy incómodo, y comprar un portátil con una resolución inferior a 1080p no es nada recomendable. En el extremo contrario, las pantallas de 17,3 pulgadas pueden ser una buena opción para trabajar con dos ventanas en paralelo, y también para disfrutar de contenidos multimedia y de juegos. En estos casos, lo ideal es optar por resolución 1440p.
La calidad de la pantalla es un tema que ya hemos tocado anteriormente, y puede marcar una diferencia enorme. Los portátiles con paneles TN son una mala opción, porque empiezan a verse mal si no los miramos desde una posición frontal (sus ángulos de visión son muy pobres) y porque la reproducción de colores que ofrecen es inferior a la de los paneles VA e IPS.
5.-No pensar en la calidad de construcción
Un portátil va a estar sometido a un estrés considerable, no solo por el uso que va a recibir, sino también por los continuos movimientos que va a tener que afrontar. Con esto en mente, es fácil entender por qué debemos dar importancia a su calidad de construcción, y a las certificaciones de resistencia que el equipo haya recibido antes de salir a la venta.
Es cierto que, normalmente, la calidad de construcción viene determinada por el precio de venta del equipo, pero esto no siempre es así. He probado equipos con un precio de casi tres mil euros que estaban peor terminados que otros con un precio de poco más de mil euros, así que tened mucho cuidado y no os dejéis llevar por el precio de venta, ya que esto hace tiempo que dejó de ser sinónimo de un acabado premium.
El aluminio se ha convertido en uno de los materiales más utilizados en el sector de los ordenadores portátiles, y es comprensible porque es ligero, ofrece una buena resistencia, transmite buenas sensaciones al tacto y no dispara demasiado el precio de venta. En equipos premium se produce un salto importante y lo normal es encontrarnos con aleaciones de aluminio y magnesio, o incluso con fibra de carbono en algunos casos.
La calidad de los materiales utilizados en un portátil afectará a las sensaciones que este nos transmitirá con el uso, a su solidez estructural y también a su peso, así que debemos tenerlo en cuenta. Por otro lado, las certificaciones de resistencia de grado militar también representan un valor a tener en cuenta, ya que indican que el equipo que estamos comprando ha superado pruebas de caídas, sacudidas, golpes y ciclos de uso intensivo (apertura y cerrado de la tapa, por ejemplo).
Entiendo que cuando tenemos un presupuesto ajustado debemos dar prioridad al hardware y a la calidad de la pantalla, pero siempre que sea posible debemos tener también en cuenta la calidad de construcción del portátil que vamos a comprar, y no tenemos que descuidarla para comprar un equipo un poco más potente si ese extra de potencia va a ser pequeño o si no va a marcar una diferencia importante en nuestra experiencia de uso a medio o largo plazo.
Si tienes dudas sobre la calidad del portátil que vas a comprar es buena idea recurrir a tiendas que te permiten hacer devoluciones en un plazo de dos semanas, así podrás probarlo y asegurarte de que realmente se ajusta a lo que necesitas, y de que el equipo cumple con tus expectativas. No te dejes llevar a ciegas por el precio, porque como ya he dicho el hecho de que un portátil sea caro no es garantía de nada hoy en día.