Cinco cosas que pueden «matar» a tu SSD de forma prematura y que debes evitar
El SSD pasó de ser una rareza que solo estaba al alcance de unos pocos afortunados a convertirse en un producto de consumo general que, a día de hoy, está presente en cientos de millones de ordenadores personales. Es cierto que todavía no ha logrado desplazar por completo al HDD, y que esto no va a ocurrir ni a corto ni a medio plazo, pero su popularidad es indiscutible, y sus ventajas frente a los discos duros tradicionales son tan marcadas que aquellos cada vez tienen menos sentido.
Comprar SSD nos permitirá disfrutar de numerosas ventajas que no están presentes en un HDD. Una de las más importantes es sin duda el rendimiento, y es que este tipo de unidades pueden alcanzar velocidades de lectura y de escritura que superan ampliamente a los discos duros tradicionales. Para muestra un botón, una unidad SSD PCIe Gen4 x4 puede llegar a los 7.000 MB/s en lectura y escritura secuencial, mientras que un HDD de alto rendimiento convencional no suele superar los 200 MB/s en ambos casos.
La velocidad es una de las ventajas más importantes que ofrecen las unidades SSD frente a los discos duros, pero no es la única. Este tipo de soluciones de almacenamiento carece de piezas mecánicas y no utiliza platos ni cabezales, estos se sustituyen por la controladora y los chips de memoria NAND Flash, lo que significa que tienen una latencia mínima, lo que reduce los tiempos de acceso, y tienen una mayor resistencia a las vibraciones y a las sacudidas, puesto que no tienen partes móviles.
Con el paso del tiempo este tipo de unidades de almacenamiento también han ido mejorando sus principales puntos débiles, entre los que podemos destacar la vida útil y el coste por gigabyte. La mejora ha sido tan grande que a día de hoy podemos encontrar unidades SSD con una capacidad de 1 TB por menos de 60 euros y con 5 años de garantía.
Sin embargo, esto no quiere decir que sean perfectos. Siguen teniendo algunas particularidades importantes que debemos tener muy en cuenta en el uso diario de este tipo de unidades si queremos maximizar su vida útil y evitar disgustos, y en este artículo quiero compartir con vosotros cinco claves importantes que debemos evitar porque pueden hacer que vuestro SSD «muera» antes de lo previsto.
Cosas que pueden acortar la vida de tu SSD
1.-Borrar e instalar juegos y aplicaciones pesadas con frecuencia
Cualquier unidad SSD está diseñada para resistir sin problemas una cantidad determinada de ciclos de lectura y escritura. Cuando realizamos este tipo de ciclos se produce un desgaste en la memoria NAND Flash, de hecho cabe la posibilidad de que ocurran fallos de menor importancia que la unidad podrá subsanar de una manera relativamente sencilla para seguir funcionando sin que notemos nada raro, cosa que hace unos años, en la etapa más temprana de este tipo de unidades, podría llevar directamente a un fallo crítico de la unidad.
La cantidad de ciclos de lectura y escritura que puede tolerar una unidad SSD antes de que corramos el riesgo de sufrir un fallo crítico puede variar mucho en función de cada unidad, y de la capacidad de la misma. Esta se expresa en terabytes «antes del fallo», y como es lógico normalmente las unidades de mayor capacidad tienen una mayor resistencia a los ciclos de borrado y de escritura, porque tienen más capacidad de almacenamiento. No tendría sentido que una unidad SSD de 1 TB tuviera una resistencia de 400 TB y que una unidad de 4 TB tuviese una resistencia de solo 100 TB.
Si estamos borrando e instalando constantemente juegos y aplicaciones pesadas acortaremos en gran medida la vida útil de nuestro SSD. Os pongo un ejemplo concreto, el Kioxia Exceria G2 de 1 TB tiene una resistencia a ciclos de borrado y escritura de 400 TB. Esto quiere decir que tendríamos llenarlo y vaciarlo 400 veces para que corra un riesgo grave de fallar, siempre que no se produzcan otros problemas que puedan afectar a su vida útil. Es una cifra muy elevada que, desde luego, se traduce en una larga vida útil.
Pues bien, realizamos una media ciclos de borrado y de escritura de 200 GB al día estaremos escribiendo 6.000 GB al mes, lo que equivale a 73 TB al año. A ese ritmo habremos superado el valor de resistencia máxima en poco más de cinco años, y es muy probable que nos vayamos encontrando con degradaciones importantes en el rendimiento y con fallos puntuales que se irán agravando con el paso del tiempo, y con la acumulación de ciclos de borrado y de escritura. Puede parecer mucho, pero piensa que solo con instalar dos juegos pesados ya podríamos superar los 200 GB.
2.-Utilizar de forma continuada aplicaciones para medir el rendimiento
La explicación está directamente relacionada con lo que os he contado en el punto uno. Para realizar pruebas de rendimiento de unidades de almacenamiento las aplicaciones realizan una serie de ciclos de lectura, copia y escritura, y luego limpian el espacio utilizado para no dejar ningún rastro. Como habréis podido imaginar, esto quiere decir que se realizan una serie de ciclos de escritura y de borrado, y que por tanto se reduce la vida útil de la unidad de almacenamiento.
Os puedo confirmar que he vivido este problema en primera persona, y que por la degradación que se produce he limitado mucho la utilización de este tipo de aplicaciones en unidades de almacenamiento del banco de pruebas, y también en las que utilizo en mis equipos personales. Una de las que mayor impacto tiene en este sentido es, precisamente, una de las más populares y fiables, CrystalDiskMark, aunque no debes caer en los sensacionalismos que aparecieron hace unos meses. Es una aplicación segura y totalmente recomendable, siempre que se utilice con cabeza.
Con esto quiero decir que no pasará nada porque la descargues y la utilices una vez. Tampoco tendrá un impacto grave en la vida útil de tus unidades SSD si la pasas de forma ocasional para medir el rendimiento y comprobar, con ello, que todo está bien. Todo esto es normal y puedes hacerlo sin problema, pero lo que debes evitar es caer en el error de utilizarla con frecuencia, porque en este caso sí que estarías haciendo un uso anormal de la aplicación y esta reducirá notablemente la vida útil de tu SSD.
He nombrado CrystalDiskMark porque es una de las aplicaciones más populares y también la que más polémica ha generado, pero esto aplica a todas las aplicaciones de medición de rendimiento de unidades de almacenamiento, porque al final recurren a ciclos de escritura y lectura. Sin ellos no podrían hacer mediciones de rendimiento, como es lógico.
3.-Altas temperaturas de trabajo
El calor es el gran enemigo de cualquier componente electrónico, y los SSDs no son una excepción. Este tipo de unidades de almacenamiento utilizan chips de memoria NAND Flash que, como habréis podido imaginar, están fabricados con silicio, y son muy sensibles al calor. Lo mismo ocurre con la controladora de memoria, que puede alcanzar temperaturas de trabajo muy elevadas cuando se realizan tareas intensivas de lectura o de escritura.
Normalmente este tipo de unidades de almacenamiento vienen con láminas que actúan como sistemas de refrigeración pasiva, aunque lo normal en los modelos de alto rendimiento es encontrarnos con pequeños bloques metálicos que aumentan la superficie de disipación y que mantienen unas temperaturas de trabajo mucho más bajas. Esto se traducirá en un rendimiento superior, y mantendrá la unidad SSD en valores óptimos para maximizar su vida útil.
Por contra, si las temperaturas del SSD se disparan por encima de lo normal se producirá lo que se conoce como estrangulamiento térmico, y la unidad reducirá su rendimiento para evitar daños. Si esto no es suficiente puede que se produzca una degradación grave que afecte a la controladora y a los chips de memoria, y que esto acorte su vida útil o que acaba matando directamente al SSD.
Los problemas de temperatura en un SSD ocurren, en general, cuando el sistema de refrigeración no es el adecuado, por eso son tan importantes las placas base con bloques de disipación pasiva para los SSD PCIe M.2, o si el calor acumulado en el chasis es demasiado alto y este se acaba transfiriendo a los elementos de disipación pasiva. Estos dependen del buen flujo de aire del chasis, y de la temperatura del mismo.
4.-Problemas de alimentación y cortes eléctricos
Los SSD utilizan chips de memoria y una controladora, como ya hemos dicho anteriormente, y son muy sensibles a la alimentación eléctrica que reciben por parte de la placa base. Desde que este tipo de unidades empezaron a llegar al mercado de consumo general entre 2012 y 2013 empezaron a salir estudios que confirmaron, de una manera muy clara, que esa fragilidad que tienen ante problemas en la alimentación eléctrica, incluyendo picos, caídas y subidas de tensión.
Sé que te estarás preguntando qué puedes hacer para evitar este problema, ya que al final es algo que tú no controlas, y que depende no solo de tu proveedor de electricidad, sino también de todo lo que te rodea, de la casualidad y de posibles fenómenos naturales. En este caso lo ideal es contar con un SAI, un sistema de alimentación ininterrumpida que te permita evitar las consecuencias de una caída de tensión, y también de picos y subidas en la red eléctrica.
Gracias a un SAI no tendrás nada de lo que preocuparte si se va la luz, siempre que el mismo tenga una batería lo bastante potente como para mantener alimentado tu equipo durante al menos unos pocos minutos. Ese tiempo te dará margen suficiente para poder cerrar las aplicaciones y guardar tu trabajo, y para apagar el equipo de forma segura. Nunca subestimes la importancia de un SAI, te lo dice alguien que vio como una caída de tensión se llevaba por delante su PC.
Los SAI juegan un papel muy importante como herramienta de prevención, pero tienen una vida útil limitada. Con el paso del tiempo sus baterías se van degradando, y llega un punto en el que ya no funcionan, así que es necesario cambiarlas en periodos concretos que, dependiendo del fabricante, pueden ser de entre dos y tres años (en la mayoría de los casos). No te olvides de esto, porque si tienes un SAI en uso durante más de tres años es muy probable que su batería ya esté muerta, y que no logre mantener encendido tu equipo si se va la luz.
5.-Aplicaciones problemáticas y procesos que hagan un uso indebido del SSD
Este último punto actúa un poco como «cajón de sastre», pero es muy importante y tiene mucho sentido, porque existen aplicaciones que pueden acabar haciendo un uso indebido del SSD con todo lo que ello implica. En más de una ocasión me he encontrado con personas que me han preguntado por qué su portátil va lento y tras echarle un vistazo he visto que una aplicación estaba llevando el porcentaje de uso de la unidad de almacenamiento al 100%.
El impacto de este tipo de aplicaciones en la vida útil de la unidad SSD puede ser grande por dos razones. La primera es que al llevar el disco a afrontar una carga de trabajo máxima durante mucho tiempo se produce un estrés sobre ella que no es normal y se disparan las temperaturas de trabajo, y la segunda es que dicha carga puede implicar la realización de ciclos de borrado y de escritura de datos, con todo lo que ello supone.
Para que la unidad SSD funcione de forma correcta, y para evitar que puedan surgir este tipo de problemas, lo ideal es mantener actualizado el sistema operativo y los controladores, pero limitándonos siempre a las versiones finales (evita betas y cualquier versión no terminada que pueda contener errores). También es recomendable evitar aplicaciones de origen dudoso, y aquellas que no tengan garantizada una buena compatibilidad con nuestro equipo, y con nuestro sistema operativo.
Si experimentamos este problema, tenemos que pulsar la tecla de Windows y escribir «Administrador de Tareas». Nos vamos a la pestaña procesos y cerramos el proceso, o los procesos, que estén llevando al SSD al 100% de uso. Esto también nos permitirá identificar a las aplicaciones responsables, y deberemos proceder a desinstalarlas.