Hay dos tipos de personas, las que aman Excel y las que todavía no lo conocen tanto. Perdón por empezar siendo tan categórico, pero es que de veras pienso, desde hace ya mucho tiempo, que las hojas de cálculo son el tipo de aplicación más útil que existe. Y no, esto no es un alegato en contra del resto: procesadores de texto, bases de datos, software de edición de audio y vídeo, gestores de colecciones… la lista de tipos de software que considero sensacionales es muy, muy larga, pero si tuviera que quedarme solo con uno (más el navegador web, vale, lo admito), creo que la elección sería Excel.

Hace ya unos años, Satya Nadella, CEO de Microsoft, afirmó que Excel es el mejor producto de Microsoft jamás creado, una declaración bastante osada si tenemos en cuenta toda la historia de la compañía, pero también una señal bastante clara de la importancia que se le concede en Redmond a la hoja de cálculo que fue capaz de destronar a Lotus 1-2-3, del mismo modo que Word lo hizo con WordPerfect (que quizá te sorprendas al saber que todavía existe y se comercializa por Corel), convirtiendo así a Microsoft Office en el principal (aunque no único, claro) exponente de las soluciones ofimáticas.

Excel es una aplicación que pretende ofrecer un incontable número de opciones pero, al tiempo, resultar amigable para prácticamente todo tipo de usuarios, un reto que en general cumple con bastante soltura. Sin embargo, esto da lugar a que bastantes funciones sean desconocidas por muchos usuarios, que recurren a medios  alternativos y menos prácticos para obtener resultados que, en realidad, están mucho más al alcance de la mano.

Si eres un usuario pro de Excel, es bastante probable que ya conozcas algunas o todas, pero en caso contrario, confío en que encuentres entre estos tres trucos de Excel, que en realidad no son sino una mínima parte de la enorme cantidad de funciones con las que cuenta el que, tanto para Satya Nadella como para mí, es el mejor producto de Microsoft hasta la fecha.

Obtener tablas desde una web

Una operación relativamente común al trabajar con Excel consiste en trasladar a un libro los datos de una tabla publicada en Internet. Lo más común, si esta es pequeña, es transcribir los valores manualmente. Sin embargo, a poco que su tamaño crezca, lo más habitual, lo que se suele ver casi siempre, es copiar (Control + C) la tabla en la web de origen y, posteriormente, pegarla en Excel (Control +V), aunque en muchas ocasiones los datos no se peguen bien, se puedan perder algunos, etcétera, lo que obliga a una puntillosa revisión y edición manual a posteriori.

La buena noticia es que, en realidad, Excel cuenta con una herramienta para importar datos desde la web, con la que podrás llevar a cabo estas operaciones de manera mucho más sencilla. Veámoslo con un ejemplo:

Imagina que quieres un documento de Excel con las tablas de los elementos de la tabla periódica. Una búsqueda en Internet te lleva a Wikipedia que, como esperabas, cuenta con dicha información (puedes encontrar las tablas agrupadas por su estado natural en la parte baja del artículo).

Pues bien, copia la URL de la página con la tabla que quieres llevarte a Excel, ve entonces a la aplicación y, una vez en la hoja de cálculo de destino, selecciona «Datos» en el menú superior, y a continuación pincha en «De la web», de manera que se abra un nuevo diálogo identificado como «De web».

En el recuadro de la parte central del mismo pega la URL de la página de origen de los datos y, a continuación, pincha en el botón «Aceptar». A continuación, si es la primera vez que obtienes datos desde ese origen, el asistente te preguntará qué tipo de acceso quieres emplear. Dado que hablamos de una web pública, podrás dejarlo en el modo por defecto, anónimo, y proseguir. Entonces Excel empezará a analizar la página web que has elegido y, al concluir, te mostrará una ventana como esta:

Como puedes ver, en la parte izquierda se muestran todas las tablas encontradas en esa página y, si seleccionas cualquiera de ellas, se mostrará una vista previa de la misma a la derecha:

Como puedes comprobar, sobre la lista de tablas de la web se muestra un selector en el que puedes indicar si quieres importar más de una tabla. De ser así márcalo y, de ese modo, podrás escoger todas las que desees.

Si deseas realizar modificaciones en el modo en el que se importan los datos, con un click en el botón «Transformar datos» se abrirá un editor en el que podrás definir dichos cambios. Pero si no quieres aplicar cambios, si quieres traerlos desde la web hasta Excel tal y como están, simplemente haz click en el botón «Cargar» y ¡voila!, ya tendrás los datos importados en tu hoja de Excel, junto con un conjunto de herramientas que te ofrecerán múltiples funciones relacionadas con dicha importación:

Fijar columnas o filas

Excel permite trabajar con tablas grandes, muy grandes, monstruosamente grandes e inhumanamente grandes. Y por norma general, cualquier tabla que se precie tiene encabezados en la fila superior y entradas que se definen en la primera columna y se desarrollan en las siguientes. El problema es que, por norma general, la vista de Excel no contempla que la primera fila ni la primera columna deban permanecer siempre visibles. Y esto, en muchos casos, se traduce en que nos desplazamos constantemente a la izquierda y a la parte superior de las tablas para confirmar que estamos editando la celda correcta. Mal.

Pongamos que estás trabajando en una tabla como ésta (no te preocupes, los datos que se muestran en la misma no son reales, han sido generados de manera aleatoria en GenerateData):

En el momento en el que empieces a descender a los registros inferiores, los encabezados que indican qué tipo de dato se muestra en cada columna dejarán de estar visibles. Y si te desplazas a la derecha, verás más datos de cada registro, pero perderás de vista el nombre que te permite identificar a qué persona corresponde cada dato:

Para acabar con este problema, tan solo tendrás que ir, en el menú superior, al apartado «Datos» y, cuando se muestren las opciones del mismo, hacer click en «Inmovilizar», de modo que se muestre el menú

Como ya habrás deducido, tan solo tendrás que seleccionar la segunda o la tercera entrada del mismo, en función de lo que quieras que se muestre permanentemente (solo se puede escoger una de las dos) y, de ese modo, ya podrás moverte por toda la hoja sin perder de vista los encabezados o los datos de la primera columna.

¿Y qué ocurre si no quieres elegir entre fila o columna, sino mantener siempre visibles ambas? No te preocupes, también hay una solución. En vez de emplear la función de inmovilizar, verás que en el mismo recuadro de funciones se encuentra también «Dividir». Haz click en ella, y en ese momento verás como la vista de la hoja se divide en cuatro secciones:

Pon entonces el puntero del ratón justo en el la divisoria de los cuatro cuadrantes, de modo que su aspecto pase a ser el de un cursor con cuatro puntas, haz click y arrastra hasta que la división se vea así:

Haz click entonces en cualquiera de las celdas del cuadrante central y ya podrás moverte por toda la hoja sin perder de vista ni la primera fila ni la primera columna del documento.

Cambiar los datos de eje

En ocasiones, cuando empezamos a diseñar una tabla en Excel o a añadir datos, no tenemos del todo clara la organización de los mismos, es decir, cómo los queremos organizar horizontal y verticalmente. Esto da lugar, si no tenemos en cuenta la evolución que puede tener dicho documento a medida que vaya creciendo, a que en un determinado momento veamos que nos equivocamos. Vamos a verlo con un ejemplo.

Imagina que eres presidente de tu comunidad (que ya lo siento por ti en tal caso) y que creas un documento para llevar el control de pago de los vecinos de la comunidad. En un primer momento, te parece que lo más práctico es poner las viviendas en la primera columna, y que los pagos (o la falta de los mismos) se consigne en las siguientes. El resultado final sería algo así:

Así visto tiene buena pinta… el problema es que, a medida que vaya pasando el tiempo y se añadan nuevos meses, el resultado será bastante peor, ¿no?

No, no empieces a pensar en ir copiando los datos a una nueva hoja con la orientación adecuada, ese sería un proceso bastante pesado y en el que es relativamente sencillo cometer errores. No te preocupes, Excel cuenta con una función específica para transponder los datos. Para emplearla selecciona todos los datos cuya orientación quieres modificar y pulsa Control + C para copiarlos al portapapeles de Windows.

A continuación, sitúa el puntero del ratón en el lugar donde quieres pegarlos (en la esquina superior izquierda del rango de celdas para tal fin) ya con la nueva orientación, haz click en dicha celda con el botón derecho del ratón, haz click en la entrada «Pegado especial» del menú contextual y, en la ventana que se mostrará

Asegúrate de marcar la entrada «Transponder», y haz click en «Aceptar». De este modo, de manera automática, se copiarán los datos, ya con la nueva orientación:

Muchos usuarios creen que tienen una buena velocidad de conexión a Internet, pero en realidad no son totalmente conscientes de lo que se puede considerar como tal, y no siempre llegan a cumplir los niveles mínimos recomendados en función del uso que le vayan a dar.

Esa es, sin duda, la clave más importante que debemos tener presente a la hora decidir si tenemos, o no, una buena velocidad de conexión a Internet, el uso que le vayamos a dar, porque obviamente no necesitamos la misma velocidad de conexión a Internet para navegar por Internet y consultar el correo electrónico que para reproducir contenidos multimedia en alta resolución.

No obstante, a pesar de esa diferenciación que hemos indicado en el párrafo anterior, podemos establecer una base que fijará el nivel mínimo que se puede considerar como una buena conexión a Internet en general, es decir, en cualquiera de los casos de uso más habituales. Ese mínimo estaría en 100 Mbps de bajada, y en al menos 50 Mbps de subida, cifras que, convertidas en MB/s, equivalen a 12,5 MB/s y 6,25 MB/s.

¿Por qué necesito una velocidad de conexión a Internet diferente en función de lo que haga?

Es muy sencillo, porque el consumo de ancho de banda cambia. Por ejemplo, para algo tan sencillo como navegar por Internet, consultar el correo electrónico y utilizar aplicaciones de mensajería instantánea tendrías suficiente con una velocidad de conexión a Internet de 5 Mbps, ya que el consumo de ancho de banda de dichas actividades sería mínimo.

Sin embargo, si vas a utilizar tu conexión a internet para realizar videollamadas, reproducir contenidos multimedia y jugar online necesitarías una velocidad de 40 Mbps para disfrutar de una buena experiencia, y en caso de que vayas a reproducir contenidos multimedia en HD en varios dispositivos de forma simultánea y a descargar archivos considerablemente grandes ese mínimo de 100 Mbps que vimos anteriormente sería el nivel recomendado.

En líneas generales pasar de 100 Mbps no es necesario salvo que nos encontremos con casos muy concretos. Para una persona que vive sola es más que suficiente, pero para un entorno familiar que dos o más personas sí que puede ser imprescindible superar esa cifra, especialmente si vamos a reproducir contenidos multimedia en UHD en varios dispositivos, si vamos a descargar archivos muy pesados y si vamos a tener varios equipos gaming moviendo juegos en línea. En estos casos una conexión de 300 Mbps sería suficiente, pero si la familia está formada por varios miembros podríamos necesitar una velocidad de conexión a Internet de 500 Mbps o más.

 ¿Tiene sentido contar con conexiones de más de 500 Mbps?

Para un usuario doméstico la verdad es que en general no, ya que ofrecen un ancho de banda enorme que realmente no necesitaremos, salvo casos muy concretos (cuando concurren muchas personas en una misma casa que utilizan una única conexión). No obstante, hay que tener en cuenta que si descargamos archivos muy pesados con mucha frecuencia sí que podría ser recomendable contar con una velocidad mayor.

En mi caso, que tengo que descargar e instalar juegos muy pesados con bastante frecuencia, me resulta imprescindible contar con una conexión a Internet muy rápida, porque esta marca una diferencia enorme en la velocidad con la que se descargan dichos juegos. Mi conexión a Internet supera los 900 Mbps, lo que equivale a 112,5 MB/s, una cifra que me permite descargar juegos que pesan decenas de gigabytes en unos pocos minutos. Si tuviera una conexión de 5 Mbps, 0,62 MB/s, podría tardar muchas horas, o incluso uno o dos días, dependiendo del peso del juego.

La velocidad de subida también es importante, pero el ancho de banda que necesitamos no tiene que ser tan grande como en la velocidad de bajada, y salvo que realicemos tareas intensivas, como streaming o subida de archivos pesados a la nube con bastante frecuencia, no tendremos ningún problema incluso con valores relativamente bajos (en comparación con los valores de bajada). Recuerda que si tienes una baja velocidad de conexión a Internet quizá estés sufriendo alguno de estos problemas.

De personalización va el tema de hoy, y es que si hay algo que se pueda hacer para personalizar la experiencia en Windows, se hace, porque lo contraría es comerse, en el mejor de los casos, inconsistencias que no deberían estar ahí. Y mira que, otra cosa no, pero los fondos de pantalla de Windows, suelen estar muy chulos.

Me refiero a los fondos de pantalla que se distribuyen a través de Bing o Windows Spotlight, no a los wallpapers por defecto de Windows con la ventanita: esos sirven para asentar el branding de cada versión y poco más. Las imágenes de Bing y Windows Spotlight, sin embargo, son por lo general preciosas fotografías de las que da gusto ver y tener como «papel tapiz», que se decía antaño.

La cuestión es que hace unos meses traje por aquí a Dynamic Theme, una muy recomendada aplicación para Windows que hace lo esperado, facilitar el uso de los wallpapers de Bing y Windows Spotlight, aderezando la experiencia con varias opciones de lo más interesantes. Lo que no mencioné en ese momento es lo que voy a hacer ahora.

Cómo sincronizar el wallpaper de Windows

Esto de sincronizar el wallpaper de Windows puede tener varios significados, pero afortunadamente, Dynamic Theme puede con todos. De manera que si tienes varios equipos y quieres que los wallpapers que usas se sincronicen entre ellos, Dynamic Theme te resuelve la papeleta.

Lo que yo echaba en falta es que los wallpapers de Windows Spotlight, los que aparecen en la pantalla de bienvenida y login del sistema y que no coinciden con los que se usan en el escritorio o en la pantalla de bloqueo, fuesen el mismo. Por aquello de no romper con la impresión de entrada, que para más inri no se puede configurar adecuadamente.

O sea, se puede configurar, pero no hay una manera de unificar todo lo que se ve en las pantallas indicadas, salvo que se usen imágenes estáticas. Pero eso es muy aburrido. Así que adiós a los wallpapers de Bing y hola a los de Windows Spotlight, que también se renuevan diariamente y son de igual modo fotografías de primera.

Por supuesto, quien conozca Dynamic Theme e incluso quien lo hiciera a partir del artículo que publiqué y haya revisado bien las opciones, ya sabe que lo único que hay que hacer para usar la misma imagen es elegir la opción correspondiente. Fallo mío no señalarlo cuando tocaba, pero no lo podía dejar así y aquí vuelvo, a rematar la faena.

En resumen, si buscadas unificar la experiencia con la imagen de fondo de pantalla desde que inicias sesión hasta que la cierras, solo hay que elegir «Windows Spotlight» -y no «Una imagen de Windows Spotlight», que es para personalizar la imagen en concreto y entonces ya no coincide: tiene que ser siempre la última.

¿Es una chorrada? Sí. ¿He tenido que buscarlo para darme cuenta de que la aplicación que llevo usando meses hacía exactamente eso? También. Así que aquí queda este básico de MC, por si a alguien le sirve. Dynamic Theme debería ser la funcionalidad predeterminada de Windows, pero mientras no lo sea, hay que instalarlo.

Con el paso del tiempo es fácil olvidar qué placa base tiene nuestro PC, y si encima hemos tirado la caja y los manuales puede que no sepamos qué hacer para identificarla. Si te encuentras en esta situación no te preocupes, en este artículo te vamos a contar, paso a paso, todo lo que tienes que hacer para descubrir sin esfuerzo, y en segundos, qué modelo de placa base utiliza tu PC.

Para que todos nuestros lectores encuentren una solución adaptada a sus preferencias, y a sus conocimientos, os voy a dejar tres formas distintas de identificar la placa base de un PC. La primera es directa y sin recurrir a aplicaciones de terceros, la segunda utiliza una aplicación muy conocida, fiable y ligera. La tercera opción se centra en Linux, y no requiere aplicaciones de terceros. Como siempre, si tienes cualquier tipo de duda puedes dejarla en los comentarios y te ayudaremos a resolverla.

Cómo identificar la placa base en Windows sin aplicaciones de terceros

Es muy sencillo, abrimos la consola de comandos pulsando la tecla de Windows y escribiendo «ejecutar». Una vez hecho debéis copiar el siguiente comando (sin comillas): «wmic baseboard get product,manufacturer,version,serialnumber». Os aparecerá el resultado al instante, con la información que podéis ver en la imagen adjunta.

A la izquierda del todo aparece el nombre del fabricante de la placa base, en el centro tenemos el nombre exacto de la placa base, que en mi caso es una Aorus X570 Ultra, y en la derecha puede aparecernos el número de serie y la versión de la misma. Con esa información podremos identificar perfectamente nuestra placa base y buscar más información en la página web del fabricante, si es que lo necesitamos.

Cómo identificar la placa base en Windows con aplicaciones de terceros

Hay muchas aplicaciones, pero mi favorita por lo ligera que es y lo intuitiva que resulta es CPU-Z. Podemos descargarla de manera totalmente gratuita a través del enlace que os he dejado en este mismo párrafo, y una vez que la tengamos instalada solo tenemos que ejecutarla e irnos a la pestaña «Mainboard», donde nos aparecerá mucha información sobre nuestra placa base.

En este caso, tenemos mucha más información sobre la placa base. Podemos ver que además del fabricante y del modelo exacto de la placa también aparecen detalles sobre sus especificaciones clave, incluyendo el tipo de interfaz PCIe, que en mi caso es 4.0 x16 para la tarjeta gráfica, y también la versión de la BIOS.

Cómo ver qué placa base tengo en Linux sin aplicaciones de terceros

Es un proceso muy sencillo. Solo tenemos que abrir la terminal utilizando el atajo de teclado «Control + Alt + T». Hecho esto, introducimos el comando (sin comillas) «sudo dmidecode -t 2» y pulsamos enter. Nos aparecerá la información más relevante de nuestra placa base, incluyendo desde el fabricante hasta el modelo exacto y el número de serie. Con toda esa información, podremos consultar también en la página del fabricante de la placa base.

La información que obtengamos puede variar en función de la distro de Linux que utilicemos, pero en cualquier caso siempre tendremos suficiente para identificar correctamente el modelo de placa base que tenemos, que es al fin y al cabo lo que necesitamos.

¿Por qué es importante saber qué placa base tenemos?

Pues por muchas razones, la verdad, pero la más importante es que esto nos permitirá tener claro qué posibilidades de expansión tenemos, de qué tecnologías disponemos y a cuáles podemos acceder, y también qué tipo de procesadores podremos utilizar que memoria RAM soporta. Así, por ejemplo, mi placa base tiene un chipset X570, lo que me está diciendo que:

• Soporta procesadores Ryzen de AMD hasta la serie 5000.
• Utiliza el socket AM4.
• Es compatible con el estándar PCIe Gen4.
• Soporta memoria DDR4.
• Me permite overclockear el procesador.

Si necesito más información, puedo buscar el modelo exacto de mi placa base en la web del fabricante. Ahí encontraré detalles más específicos, como la velocidad y cantidad máxima de memoria soportada, la cantidad de conectores PCIe Gen4, la cantidad de ranuras M.2 y el número de puertos SATA, entre otras muchas cosas.

Continuando con sus actualizaciones regulares, más allá de las novedades propiamente dichas para la privacidad, en esta ocasión WhatsApp nos traerá la ampliación de una de sus funcionalidades favoritas por los usuarios: borrar mensajes. Y es que hasta ahora contábamos con la opción de borrar cualquier mensaje para ocultarlo de nuestro propio chat, sin restricciones; y una opción para borrar los mensajes para todos, en este caso limitado a un máximo de 1 hora, 8 minutos y 16 segundos desde que este fuese enviado.

Sin embargo, como herrar es humano, y muchas veces no revisamos nuestros propios mensajes hasta bastante tiempo después, no es difícil que nos arrepintamos de algunos contenidos que compartimos. Es por eso por lo que la aplicación de Meta ha decidido actualizar y aumentar el tiempo de disponibilidad para esta acción.

Actualmente sólo disponible para los participantes de la beta 2.22.15.8 disponible en la aplicación para pruebas en Android, tal y como han compartido desde WABetaInfo, el nuevo tiempo con el que contaremos para eliminar mensajes para todos se aumentará de manera masiva, pasando hasta los dos días y 12 horas.

En cuanto a cuándo podríamos esperar ver esta función, como siempre, la presencia en las pruebas de WhatsApp no tiene por qué significar una implantación inmediata en la siguiente actualización de la aplicación general, aunque sin duda, tratándose de una actualización de una función ya presente, es muy posible que la espera sea notablemente más corta que las nuevas implementaciones.

Dicho esto, cabe mencionar que WhatsApp trabaja actualmente en una gran cantidad de actualizaciones, entre las que se encuentran algunas mejoras para las llamadas de audio grupales, la capacidad de ver actualizaciones de estado en la lista de chat, o la capacidad de usar una sola cuenta de WhatsApp en múltiples dispositivos.

Por otra parte, también relacionado con la función de eliminación de mensajes, la compañía también está probando una nueva capacidad de eliminar cualquier mensaje en grupos para los administradores de estos. Aunque parece esta función todavía tardará algo más en estar disponible en la aplicación final.