Primer paso para combatir el cáncer con células inmunitarias modificadas con CRISPR
Científicos han usado la tecnología de Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas (CRISPR) para insertar genes en las células inmunitarias y hacer que se centren en atacar a las células cancerosas, dejando la puerta abierta a que las células sanas puedan salir ilesas o al menos menos dañadas de un tratamiento. El estudio ha sido publicado en el medio Nature y fue realizado por Pact Pharma y la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA).
Simplificando mucho, el cáncer se produce cuando ciertas células de un organismo mutan y se dividen de forma incontrolable. Cada cáncer es impulsado por un conjunto único de mutaciones y cada persona tiene células inmunitarias con receptores que pueden reconocer dichas mutaciones para diferenciar las células cancerosas de las sanas. Sin embargo, los pacientes no suelen tener suficientes células inmunitarias con los correspondientes receptores para armar una respuesta eficaz contra el cáncer que padece.
En el ensayo de fase 1 con CRISPR, los investigadores identificaron los receptores de cada paciente, los insertaron en células inmunitarias que carecían de ellos y se dedicaron a cultivarlas. Luego, las células modificadas fueron liberadas en el torrente sanguíneo de los pacientes voluntarios para atacar al tumor.
Los investigadores empezaron con la separación de las células T, componente del sistema inmunitario con los receptores que permiten detectar las células cancerosas, de la sangre de dieciséis pacientes con tumores sólidos, entre ellos de colon, mama y pulmón. Para cada paciente se identificaron decenas de receptores capaces de unirse a las células cancerosas extraídas de sus propios tumores. De ahí los investigadores seleccionaron hasta tres receptores para cada paciente y emplearon CRISPR para añadir en laboratorio los genes de dichos receptores a las células T.
Los científicos cultivaron las células modificadas hasta tener la cantidad suficiente para que, según su criterio, fuera suficiente como para servir como dosis terapéutica. Después introdujeron las células modificadas en cada uno de los voluntarios, los cuales habían sido tratados previamente con varias rondas de quimioterapia. Las células T modificadas viajaron hasta llegar a los tumores y se infiltraron en ellos.
Como resultado, la terapia experimental consiguió detener el crecimiento de los tumores en seis de los pacientes, en otras once personas se vio que el cáncer avanzó y dos tuvieron efectos secundarios, con una que tuvo fiebre y escalofríos y otra que experimentó confusión. Por otro lado, todos los pacientes esperaban padecer los efectos secundarios de la quimioterapia.
Stefanie Mandl, directora científico de Pact Pharma y autora del estudio, sospechó en un principio que la respuesta a la terapia fue limitada debido a que los cánceres de los pacientes estaban muy avanzados cuando se inscribieron para el ensayo. Además, pruebas posteriores revelaron que algunos de los receptores elegidos por el equipo podían encontrar el tumor, pero que no tenían efectos anticancerígenos potentes.
Bruce Levine, profesor de terapia génica del cáncer en la Universidad de Pensilvania, ha dicho que la identificación rápida de los receptores únicos del cáncer de los pacientes y la generación de tratamientos personalizados es algo impresionante, pero que por delante está el desafío de elegir los receptores correctos y realmente capaces de eliminar las células cancerosas.
Otro obstáculo es que está probado que los tumores sólidos son más difíciles de tratar con células T que los tumores líquidos que afectan a la sangre, como la leucemia, el linfoma y el mieloma. Las terapias que usan ingeniería genérica tradicional para modificar las células T, sin CRISPR, han sido aprobadas para tratar los cánceres detectados en la sangre, pero no se han mostrado tan efectivas con los tumores sólidos.
Aquí hay otros factores que pueden dificultar la efectividad de los tratamientos, como el hecho de que el cáncer se complique y termine desarrollando su propia arquitectura, su propio microambiente y todo tipo de mecanismos de defensa que al final hacen que sea más difícil de combatir para el sistema inmunitario.
A pesar de los limitados resultados del estudio, los investigadores esperan hallar una manera efectiva de usar CRISPR contra el cáncer, más viendo que la quimioterapia y la radiación son efectivas para muchos pacientes, pero matan tanto células sanas como cancerosas, y eso sin contar a los que no responden al tratamiento o acaban recayendo. Las terapias personalizadas abren la puerta a atacar de manera selectiva solo a las células cancerosas.
En estos momentos parece que el uso de CRISPR para combatir tumores sólidos está lejos de ser una solución completa, pero todo apunta a que se ha dado un paso importante. De confirmarse dichos resultados, el reto estaría en hallar los receptores que realmente sirvan para crear células efectivas a la hora de combatir el cáncer.